30.6.09

por amor al arte



El verano ha traído a unos buenos amigos a mi ciudad. De Melina destaco su deliciosa manera de pensar y de expresar. De Guatón puedo decir, que hace mi vida más feliz cuando lo tengo cerca. Y con Paula disfruto de una relación de entrega absoluta, de palabras y mejor aún, de gestos.

Hemos hecho unos días de playa estupendos. Metidas en el mar, Paula me dice que adora la sensación de flotar y recuerdo que a mí también me fascina. Entonces, me he pasado flotando todos estos días en el mar, mirando el cielo y pensando constantemente en el amor.

De vez en cuando, tendida en la arena quiero leer. Y ando cargando con un libro de entrevistas a distintos coleccionistas de arte contemporáneo, más, tres revistas de moda muy, muy femeninas.

Y gasto mi tiempo flotando en el mar y pensando en construir. Quiero poseer una colección. Quiero que la primera pieza sea muy especial. Quiero adquirir pensando en el porqué y que ese porqué tenga relación con el anterior y con el posterior. Quiero darle un sentido y una narrativa a mi propia idea. Quiero poseer objetos que con el tiempo vayan adquiriendo otro tipo de sentidos. Quiero construir algo hoy, que perdure a través del tiempo, incluso cuando yo ya no esté. Quiero que lo construido hable de quien soy yo. Quiero ser una coleccionista.

Es cierto, la contemplación playera lleva mi lectura hacia otros rumbos del pensamiento. Aún no lo acabo, recién lo comienzo, pero ya vislumbro que todos coincidirán en el porqué de su colección: el amor.

Conozco las dinámicas del mercado del arte, y dejándolas de lado, diré que me apasiona pensar el arte contemporáneo desde un punto de vista emocional, simplemente porque entiendo que el arte es el reflejo más poético que puede existir acerca de la vida misma. Aún así, no valoro una pieza artística solamente por la parte emocional que le corresponda, pero me interesa que se active.

Construir una colección a través del tiempo. Adquirir piezas porque te hacen sonreír, parece ser mi opción. Podría decir que poseo una modestísima colección de arte contemporáneo, algunas piezas conmigo, otras no. A excepción de unas pocas, todas han sido realizadas por algunos de mis grandes amigos. Y ello también, tiene relación con el amor.

Pero lo cierto, es que no colecciono nada. Solo compré un par de paisajes a Jesús Cordero, “pintor primitivista” en Cuba, por 10 dólares hace unos diez años atrás. Los demás, han sido todos un regalo. Pero hace unas semanas atrás y siguiendo la estela de mi querido amigo Diego, he comprado la primera pieza de mi colección de libros infantiles con láminas desplegables en su interior. Como en el arte, en la vida, la cuestión se trata de ir construyendo. Y el amor, puede ser un buen motor para ello.

Espero por mi bien y el de mis amigos, llegar a ser algún día, una poderosa coleccionista.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

evocador leerte,siempre. Un beso. Su

paula dijo...

recién leo esto amor, y nuevamente me brillan los ojos.

te adoro y adoro como logras construir mundos con tus palabras.

LOVE**